GINEBRA (AFP) – Países ricos y emergentes tantearon el lunes sus posiciones en el tira y afloja que se inició en Ginebra para saber si las negociaciones multilaterales de comercio se quedan en la nada o si avanzan hacia un desenlace capaz de dinamizar a la desalentada economía mundial.
Estados Unidos se declaró dispuesto a hacer concesiones agrícolas a condición de que los emergentes hagan otro tanto en el área industrial y Brasil dijo que Estados Unidos debía dar el ejemplo, poniendo sobre la mesa sus propuestas, para dinamizar las negociaciones de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La Unión Europea (UE), que dijo en varias ocasiones que ya había dado todo lo que podía, anunció que pese a todo sus recortes arancelarios podrían llegar a 60%, en lugar de 54%, gracias a la prevista inclusión de nuevos productos en la lista de ítems beneficiarios de menores derechos aduaneros.
El único resultado tangible de la jornada parecía ser la aceptación por parte de doce países emergentes de topes tarifarios para la mayoría de sus importaciones de bienes industriales, lo cual dará mayor seguridad al comercio, pues impedirá la arbitrariedad en el alza de los gravámenes.
©AFP – Fabrice Coffrini
Las negociaciones de Ginebra, que reúnen a unos 40 de los 152 países de la OMC, son consideradas cruciales, pues un fracaso supondría en el mejor de los casos otro año de atraso, necesario para la aclimatación de quien suceda en enero próximo a George W. Bush en la presidencia de Estados Unidos.
La Ronda de Doha, que se inició en 2001, debía concluir a fines de 2004.
La representante de Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, afirmó que su país, primera economía mundial, estaba dispuesto a hacer concesiones, a condición de que los avances vengan por el lado de la «liberalización de los mercados, antes que por el lado de los subsidios»
La Unión Europea (UE), que dijo en varias ocasiones que ya había dado todo lo que podía, anunció que pese a todo sus recortes arancelarios podrían llegar a 60%, en lugar de 54%, gracias a la prevista inclusión de nuevos productos en la lista de ítems beneficiarios de menores derechos aduaneros.
El único resultado tangible de la jornada parecía ser la aceptación por parte de doce países emergentes de topes tarifarios para la mayoría de sus importaciones de bienes industriales, lo cual dará mayor seguridad al comercio, pues impedirá la arbitrariedad en el alza de los gravámenes.
Las negociaciones de Ginebra, que reúnen a unos 40 de los 152 países de la OMC, son consideradas cruciales, pues un fracaso supondría en el mejor de los casos otro año de atraso, necesario para la aclimatación de quien suceda en enero próximo a George W. Bush en la presidencia de Estados Unidos.
La Ronda de Doha, que se inició en 2001, debía concluir a fines de 2004.
La representante de Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, afirmó que su país, primera economía mundial, estaba dispuesto a hacer concesiones, a condición de que los avances vengan por el lado de la «liberalización de los mercados, antes que por el lado de los subsidios».
Y a condición, claro está, de que los emergentes hagan también lo suyo.
Schwab llamó a tener en cuenta que los países en desarrollo pagan «el 70% de los aranceles» de sus exportaciones «a otros países en desarrollo, y no a los países desarrollados», y que por eso no debían focalizar sus reclamos en los ricos.
El ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, dijo tras una reunión con Schwab que «una buena propuesta (estadounidense) sobre los subsidios agrícolas (…) puede desencadenar un movimiento positivo» en los demás protagonistas de la Ronda.
Los reclamos de los países emergentes sobre productos agrícolas se concentran en dos puntos: acceso a mercados (tarifas aduaneras) y apoyos internos a los productores de los países ricos.
En la propuesta en discusión, la OMC propone un recorte de 75% a 85% de los subsidios internos que más distorsionan los flujos comerciales.
Las discusiones se llevan a cabo en un ambiente de fuerte morosidad de la economía mundial y de cuestionamientos sobre las ventajas del sistema multilateral de comercio, agravados por la escalada de los precios de los alimentos y del petróleo.
Según el director general de la OMC, Pascal Lamy, «un resultado equilibrado de la Ronda de Doha puede dar un fuerte impulso para estimular el crecimiento económico».
Schwab afirmó que un acuerdo podría también tener un impacto «psicológico» importante para dinamizar el sistema.
Y el ministro egipcio de Comercio e Industria, Rachid Mohamed Rachid, alertó que lo que está en juego «no es sólo el sistema de comercio mundial» pues un fracaso amenazaría con «minar la seguridad y la estabilidad planetarias».
El presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó que «los países más pobres serán los principales perdedores» de un eventual acuerdo en la OMC, en un comunicado distribuido en la sede de la organización.
La Ronda empezó a negociarse en 2001 y «después de siete años está anclada en el pasado y desactualizada de los fenómenos más importantes que estamos viviendo: la crisis alimentaria, la crisis energética, el cambio climático y la diversidad cultural», sostiene en esa misiva el jefe de Estado boliviano.